lunes, 7 de marzo de 2016

Historia de la ganadería en Sonora

Desde la época de la Colonia, la ganadería ha sido para los sonorenses uno de los valores en donde surge su tradición popular, su cultura y sus costumbres.
Antes del siglo XVI en México no existía ganado, por lo tanto no se tenía noción de su comportamiento, crianza y aprovechamiento. Por lo que toca a Sonora, en aquella época sus pobladores se beneficiaban de la agricultura como principal actividad, seguida por la recolección de productos silvestres, pesca y caza. 
Con la llegada de los españoles, tanto en México como en Sonora el primer ganado que se conoció fue el caballar, utilizado para el transporte pero fundamentalmente en el combate contra los indígenas. 
Los orígenes de la existencia de ganado bovino en territorio de la Nueva España, se localiza en el Río Pánuco, donde al parecer llegaron 50 vacas provenientes de La Habana, mientras que en Sonora fue hasta el año de 1540 cuando el ganado bovino y ovino hicieron su aparición con los misioneros franciscanos.
Es importante destacar que la ganadería, como actividad productiva, se estableció con la llegada de los misioneros jesuitas en 1591. Después de la minería, la agricultura y la ganadería se convirtieron en las actividades que generaban el mayor bienestar económico de los misioneros y los colonos. 
Antes de continuar, explicaremos que un sistema de misiones se refiere a un conjunto de pueblos indígenas, que bajo la administración de los jesuitas se llega a constituir en una unidad de producción, desde el punto de vista socio-económico, donde los pueblos de la misión estaban relacionados entre sí y no eran unidades independientes, a diferencia de los presidios, que fueron instituciones militares y en conjunto con las misiones facilitaron la expansión española en el norte de la Nueva España  
La aportación de los jesuitas con mayor trascendencia cultural entre los indígenas, fue el número y variedad de animales domesticados; establecieron crías de ganado vacuno y caballar que pronto prosperaron.
El colegio jesuita del Río Sinaloa, en 1620 contaba ya con una jabonería, curtiduría y zapatería, donde se beneficiaban de los subproductos del numeroso hato de ganado con que contaban.
Para el año 1636 la estancia del colegio, poblada con más de 30 jesuitas, se sostenía con 8 mil cabezas de ganado y distribuían pies de cría entre los indígenas; el auge era tal que los religiosos regalaban animales a los indios para la realización de sus festividades o en casos de enfermedades y hambre.
La ganadería en Sonora se inicia con este procedimiento de distribución misionera, encontrando tanto cuidados de los nativos como un terreno tan fértil para la actividad pecuaria, que a fines del siglo XVII en la misión de Mátape el ganado creció de 600 a 500 mil cabezas. Este progreso se reflejó igualmente en toda la región serrana del estado, ya que en marzo de 1683, estuvieron en posibilidad de enviar 5 900 reses en auxilio de los indígenas de Chínipas y Tarahumaras de Chihuahua, quienes habían perdido sus cosechas por las heladas.
Las misiones de Sonora no sólo enviaban ganado al norte, también lo hacían al sur, ya que la producción les permitía transferir bovinos a las misiones de Sinaloa para restablecer sus hatos, como lo hizo la de Mátape, que trasladó más de 3 mil reses. 
A mediados de siglo XVIII, España sufre un cambio radical en la actitud de sus soberanos, al caer la dinastía de los Habsburgo y ascender los Reyes Borbónicos, quienes impulsaron reformas enfocadas principalmente a imponer en la iglesia Católica los lineamientos del Estado Monárquico. 
España intentaba obtener mayores recursos de sus colonias, y los cambios en la organización económica en el nuevo continente comenzaron a presentar este tipo de señales recaudatorias. 
Las Reformas Borbónicas, tuvieron como principal consecuencia la destrucción de las comunidades indígenas, la privatización de la tierra y su traspaso a manos de blancos y mestizos. Bajo este esquema, en 1767 el rey español decide expulsar a la Compañía de Jesús de la Nueva España. 
La administración de las tierras y el ganado de los jesuitas pasaron a manos de los Comisarios Reales, quienes descuidaron y desatendieron el patrimonio de las misiones, llevando a la ruina lo atesorado por esas comunidades, dando lugar a la expansión de la agricultura y ganadería por blancos y mestizos. En el caso de la tierra, se inició un proceso de acaparamiento que perduró hasta el Porfiriato.
Durante el siglo XIX y principios del XX, las formas sociales de producción presentaron una gran decadencia, siendo beneficiadas las grandes haciendas al apropiarse de las tierras de aquéllas; además de la inestabilidad político-social, estaban los ataques de los apaches y las revueltas de indígenas y campesinos que robaban ganado para comprar armas, debilitando significativamente cualquier intento de mejora de los grupos campesinos dedicados a la ganadería. 
En 1920, una vez terminada la lucha armada en el país, en Sonora se dio un proceso de reconstrucción, donde la ganadería comenzó a recuperarse pero con un grupo de actores emanados de la lucha armada. El mercado internacional, sobre todo el estadunidense, en esa época, jugó un papel muy importante en la nueva ruta que tomaría la actividad pecuaria en el estado.
Cabe mencionar que desde finales del siglo XIX, Sonora exportaba ganado a Estados Unidos y con este antecedente es correcto afirmar que la orientación internacional de la ganadería no es contemporánea. 
El ganado criollo que trajeron los españoles durante la Conquista, que por casi dos siglos logró adaptarse al terreno y clima sonorense, comenzó a ver reducida su población, pues a mediados del siglo XIX registró un proceso de reconversión del linaje de sus hatos, donde los compradores de becerros norteamericanos optaron por vender a los productores sonorenses sementales de otras razas, para cruzarlos con el criollo local; anteriormente se tenía ganado pura raza, pero la nueva tendencia fue mejorar el hato con especies bovinas, principalmente de origen europeo. 
Fue en la región norte de Sonora donde se iniciaron las primeras cruzas con ganado europeo; la proximidad de los ranchos con Estados Unidos facilitó la introducción y traslado de nuevas especies, principalmente Hereford y posteriormente Angus. 
Lo anterior permitiría a los compradores estadounidenses pagar un precio menor por la importación de ganado en pie de Sonora, contra el importe que los ganaderos de su país pudieran solicitar por el mismo producto, incrementando el margen de ganancia significativamente. 
El impacto inmediato fue la mejora de las razas, iniciando con la sustitución del ganado criollo por ejemplares que genéticamente rindieran mayor producción de carne en canal. Primero fueron los propietarios privados (rancheros), quienes introdujeron toros finos a sus explotaciones; luego, de manera gradual, por la venta de toretes, vaquillas o de toros de desecho, los campesinos fueron adquiriendo reses con cruza de finos. Actualmente en territorio sonorense casi no existe la raza criolla, el que más se le parece es el ganado corriente, resultado de la cruza de criollo con cebú.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el enfoque de los productores sonorenses estaba muy bien definido: el mercado norteamericano, pero con ganado de las mejores razas.
La década de los 50 marca el comienzo de la exportación masiva y el de la especialización en explotación y cría bovina. Las nuevas razas de ganado “exigieron” avances en la infraestructura pecuaria, se incorporó la siembra de forrajes como buffel y rye grass en los mejores terrenos de temporal, así como bermuda y alfalfa en praderas bajo riego, todo implementado en un primer momento por el sector privado.
Con la llegada de la década de los 70, los ejidos y comunidades rurales reciben apoyo de programas de gobierno enfocados a la ganadería; se dota de mayores extensiones de tierras de agostadero, se facilita el crédito y provee de recursos para que adquieran animales de mediana finura.
La introducción de la actividad pecuaria en las propiedades sociales sonorenses, les trajo por necesidad una reconversión en sus cultivos, disminuyendo la producción de alimentos para consumo humano e incorporando forrajes.
Durante esta década, en Sonora aparecen claramente tres tipos de productores diversificados en la actividad ganadera: criadores, preengordadores y engordadores, como actores o eslabones interrelacionados en el proceso de producción pecuaria.
Desde la década de los 80 y hasta la fecha, en el estado se ha consolidado este engranaje económicosocial en la estructura productiva de la actividad, donde primeramente se incluyen en la base de la pirámide a los pequeños ganaderos (privados y sociales), que se ocupan de la etapa más riesgosa, como es la cría temprana de becerros.
Generalmente la actividad de los pequeños ganaderos es realizada por la empresa familiar, en superficie de agostaderos ejidales o comunitarios con poca infraestructura productiva, sin más opción que pensar en deshacerse del ganado en edad temprana, según se sabe, pocos meses después del destete. Aun así pertenecen a un eslabón del proceso de producción, que terminará en los corrales de engorda intensiva como los que operan en la capital del estado para ser comercializados en pie o en canal.
Por otro lado, hay un núcleo de criadores que ha logrado acumular suficientes existencias para cambiar radicalmente la imagen de su explotación. A diferencia de los criadores “poquiteros” de los estratos inferiores, tienen mejores posibilidades de generar riqueza mediante el aprovechamiento de sus tierras agrícolas, condición que les permite cultivar forrajes para controlar el proceso de desarrollo del ganado y poder venderlo, sin las urgencias causadas por fenómenos naturales o económicos.
Pero hay otro grupo más de ganaderos que ha salido beneficiado por este proceso, y son los grandes rancheros en la sierra de Sonora. Estos tienen propiedades en las que sobresalen grandes inversiones en infraestructura, maquinaria y equipo, así como mano de obra calificada.
La base de su negocio es la cría para la exportación, pero muchos combinan esta actividad con la preengorda de becerros comprados en las comunidades y pueblos ganaderos del estado, de tal modo que obtienen ganancias extraordinarias de esta transacción.
El grupo económicamente más importante en la ganadería sonorense son los engordadores, que además incursiona en la industrialización de la carne, organizados a semejanza de los industriales norteamericanos, para quienes las fases de engorda o empaquetado de la carne son de tal exigencia financiera que imposibilitan la participación de las unidades campesinas.
El estado de Sonora es uno de los principales en el país por contar con más establecimientos procesadores cárnicos, que se encuentran ubicados estratégicamente en los municipios de Navojoa (2), Cajeme (2), Hermosillo (7) y Caborca (1)
En términos generales, actualmente la actividad ganadera en Sonora, la que le otorga fama y renombre a nivel nacional e internacional al estado, se resume en la acumulación de riqueza y control del proceso por los grandes productores pecuarios, cuya dinámica apunta hacia una actividad más especializada en la cría de becerros y maquila de la carne, donde los cambios en las formas de producción, han sido inducidos a partir de las necesidades de la industria engordadora de bovinos en Estados Unidos. 

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