Desde la época de la Colonia, la ganadería ha sido para
los sonorenses uno de los valores en donde surge su
tradición popular, su cultura y sus costumbres.
Antes del siglo XVI en México no existía ganado, por lo
tanto no se tenía noción de su comportamiento, crianza y
aprovechamiento. Por lo que toca a Sonora, en aquella
época sus pobladores se beneficiaban de la agricultura
como principal actividad, seguida por la recolección de
productos silvestres, pesca y caza.
Con la llegada de los españoles, tanto en México como
en Sonora el primer ganado que se conoció fue el caballar,
utilizado para el transporte pero fundamentalmente en
el combate contra los indígenas.
Los orígenes de la existencia de ganado bovino
en territorio de la Nueva España, se localiza en el
Río Pánuco, donde al parecer llegaron 50 vacas
provenientes de La Habana, mientras que en Sonora fue
hasta el año de 1540 cuando el ganado bovino y ovino
hicieron su aparición con los misioneros franciscanos.
Es importante destacar que la ganadería, como
actividad productiva, se estableció con la llegada
de los misioneros jesuitas en 1591. Después de la
minería, la agricultura y la ganadería se convirtieron
en las actividades que generaban el mayor bienestar
económico de los misioneros y los colonos.
Antes de continuar, explicaremos que un sistema
de misiones se refiere a un conjunto de pueblos
indígenas, que bajo la administración de los jesuitas se
llega a constituir en una unidad de producción, desde el punto de vista socio-económico, donde los pueblos
de la misión estaban relacionados entre sí y no eran
unidades independientes, a diferencia de los presidios,
que fueron instituciones militares y en conjunto con las
misiones facilitaron la expansión española en el norte
de la Nueva España
La aportación de los jesuitas con mayor trascendencia
cultural entre los indígenas, fue el número y variedad de
animales domesticados; establecieron crías de ganado
vacuno y caballar que pronto prosperaron.
El colegio jesuita del Río Sinaloa, en 1620 contaba
ya con una jabonería, curtiduría y zapatería, donde se
beneficiaban de los subproductos del numeroso hato
de ganado con que contaban.
Para el año 1636 la estancia del colegio, poblada con
más de 30 jesuitas, se sostenía con 8 mil cabezas de
ganado y distribuían pies de cría entre los indígenas;
el auge era tal que los religiosos regalaban animales a
los indios para la realización de sus festividades o en
casos de enfermedades y hambre.
La ganadería en Sonora se inicia con este
procedimiento de distribución misionera, encontrando
tanto cuidados de los nativos como un terreno tan fértil
para la actividad pecuaria, que a fines del siglo XVII
en la misión de Mátape el ganado creció de 600 a 500
mil cabezas. Este progreso se reflejó igualmente en
toda la región serrana del estado, ya que en marzo de
1683, estuvieron en posibilidad de enviar 5 900 reses en
auxilio de los indígenas de Chínipas y Tarahumaras de
Chihuahua, quienes habían perdido sus cosechas por
las heladas.
Las misiones de Sonora no sólo enviaban ganado
al norte, también lo hacían al sur, ya que la producción
les permitía transferir bovinos a las misiones de Sinaloa
para restablecer sus hatos, como lo hizo la de Mátape,
que trasladó más de 3 mil reses.
A mediados de siglo XVIII, España sufre un cambio
radical en la actitud de sus soberanos, al caer la dinastía
de los Habsburgo y ascender los Reyes Borbónicos,
quienes impulsaron reformas enfocadas principalmente
a imponer en la iglesia Católica los lineamientos del
Estado Monárquico.
España intentaba obtener mayores recursos de sus
colonias, y los cambios en la organización económica
en el nuevo continente comenzaron a presentar este
tipo de señales recaudatorias.
Las Reformas Borbónicas, tuvieron como principal
consecuencia la destrucción de las comunidades
indígenas, la privatización de la tierra y su traspaso a
manos de blancos y mestizos. Bajo este esquema, en
1767 el rey español decide expulsar a la Compañía de
Jesús de la Nueva España.
La administración de las tierras y el ganado de los
jesuitas pasaron a manos de los Comisarios Reales,
quienes descuidaron y desatendieron el patrimonio
de las misiones, llevando a la ruina lo atesorado por
esas comunidades, dando lugar a la expansión de la
agricultura y ganadería por blancos y mestizos. En el
caso de la tierra, se inició un proceso de acaparamiento
que perduró hasta el Porfiriato.
Durante el siglo XIX y principios del XX, las
formas sociales de producción presentaron una gran
decadencia, siendo beneficiadas las grandes haciendas
al apropiarse de las tierras de aquéllas; además de la
inestabilidad político-social, estaban los ataques de
los apaches y las revueltas de indígenas y campesinos
que robaban ganado para comprar armas, debilitando
significativamente cualquier intento de mejora de los
grupos campesinos dedicados a la ganadería.
En 1920, una vez terminada la lucha armada en el
país, en Sonora se dio un proceso de reconstrucción,
donde la ganadería comenzó a recuperarse pero con
un grupo de actores emanados de la lucha armada. El
mercado internacional, sobre todo el estadunidense, en
esa época, jugó un papel muy importante en la nueva
ruta que tomaría la actividad pecuaria en el estado.
Cabe mencionar que desde finales del siglo XIX,
Sonora exportaba ganado a Estados Unidos y con
este antecedente es correcto afirmar que la orientación
internacional de la ganadería no es contemporánea.
El ganado criollo que trajeron los españoles durante
la Conquista, que por casi dos siglos logró adaptarse
al terreno y clima sonorense, comenzó a ver reducida
su población, pues a mediados del siglo XIX registró un
proceso de reconversión del linaje de sus hatos, donde
los compradores de becerros norteamericanos optaron
por vender a los productores sonorenses sementales
de otras razas, para cruzarlos con el criollo local;
anteriormente se tenía ganado pura raza, pero la nueva
tendencia fue mejorar el hato con especies bovinas,
principalmente de origen europeo.
Fue en la región norte de Sonora donde se iniciaron
las primeras cruzas con ganado europeo; la proximidad
de los ranchos con Estados Unidos facilitó la introducción
y traslado de nuevas especies, principalmente Hereford
y posteriormente Angus.
Lo anterior permitiría a los compradores estadounidenses
pagar un precio menor por la importación de ganado en pie
de Sonora, contra el importe que los ganaderos de su país
pudieran solicitar por el mismo producto, incrementando
el margen de ganancia significativamente.
El impacto inmediato fue la mejora de las razas, iniciando
con la sustitución del ganado criollo por ejemplares que
genéticamente rindieran mayor producción de carne
en canal. Primero fueron los propietarios privados
(rancheros), quienes introdujeron toros finos a sus
explotaciones; luego, de manera gradual, por la venta de
toretes, vaquillas o de toros de desecho, los campesinos
fueron adquiriendo reses con cruza de finos. Actualmente
en territorio sonorense casi no existe la raza criolla, el
que más se le parece es el ganado corriente, resultado
de la cruza de criollo con cebú.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el enfoque
de los productores sonorenses estaba muy bien definido:
el mercado norteamericano, pero con ganado de las
mejores razas.
La década de los 50 marca el comienzo de la
exportación masiva y el de la especialización en
explotación y cría bovina. Las nuevas razas de ganado
“exigieron” avances en la infraestructura pecuaria,
se incorporó la siembra de forrajes como buffel y
rye grass en los mejores terrenos de temporal, así
como bermuda y alfalfa en praderas bajo riego, todo
implementado en un primer momento por el sector
privado.
Con la llegada de la década de los 70, los ejidos y
comunidades rurales reciben apoyo de programas de
gobierno enfocados a la ganadería; se dota de mayores
extensiones de tierras de agostadero, se facilita el
crédito y provee de recursos para que adquieran
animales de mediana finura.
La introducción de la actividad pecuaria en
las propiedades sociales sonorenses, les trajo
por necesidad una reconversión en sus cultivos,
disminuyendo la producción de alimentos para
consumo humano e incorporando forrajes.
Durante esta década, en Sonora aparecen claramente
tres tipos de productores diversificados en la actividad
ganadera: criadores, preengordadores y engordadores,
como actores o eslabones interrelacionados en el
proceso de producción pecuaria.
Desde la década de los 80 y hasta la fecha, en el
estado se ha consolidado este engranaje económicosocial
en la estructura productiva de la actividad, donde
primeramente se incluyen en la base de la pirámide
a los pequeños ganaderos (privados y sociales), que
se ocupan de la etapa más riesgosa, como es la cría
temprana de becerros.
Generalmente la actividad de los pequeños
ganaderos es realizada por la empresa familiar, en
superficie de agostaderos ejidales o comunitarios con
poca infraestructura productiva, sin más opción que
pensar en deshacerse del ganado en edad temprana,
según se sabe, pocos meses después del destete.
Aun así pertenecen a un eslabón del proceso de
producción, que terminará en los corrales de engorda
intensiva como los que operan en la capital del estado
para ser comercializados en pie o en canal.
Por otro lado, hay un núcleo de criadores que
ha logrado acumular suficientes existencias para
cambiar radicalmente la imagen de su explotación. A
diferencia de los criadores “poquiteros” de los estratos
inferiores, tienen mejores posibilidades de generar
riqueza mediante el aprovechamiento de sus tierras
agrícolas, condición que les permite cultivar forrajes
para controlar el proceso de desarrollo del ganado
y poder venderlo, sin las urgencias causadas por
fenómenos naturales o económicos.
Pero hay otro grupo más de ganaderos que ha
salido beneficiado por este proceso, y son los grandes
rancheros en la sierra de Sonora. Estos tienen
propiedades en las que sobresalen grandes inversiones
en infraestructura, maquinaria y equipo, así como mano
de obra calificada.
La base de su negocio es la cría para la
exportación, pero muchos combinan esta actividad
con la preengorda de becerros comprados en las
comunidades y pueblos ganaderos del estado, de
tal modo que obtienen ganancias extraordinarias de
esta transacción.
El grupo económicamente más importante en la
ganadería sonorense son los engordadores, que
además incursiona en la industrialización de la
carne, organizados a semejanza de los industriales
norteamericanos, para quienes las fases de engorda
o empaquetado de la carne son de tal exigencia
financiera que imposibilitan la participación de las
unidades campesinas.
El estado de Sonora es uno de los principales en el
país por contar con más establecimientos procesadores
cárnicos, que se encuentran ubicados estratégicamente
en los municipios de Navojoa (2), Cajeme (2), Hermosillo
(7) y Caborca (1)
En términos generales, actualmente la actividad
ganadera en Sonora, la que le otorga fama y renombre
a nivel nacional e internacional al estado, se resume
en la acumulación de riqueza y control del proceso
por los grandes productores pecuarios, cuya dinámica
apunta hacia una actividad más especializada en
la cría de becerros y maquila de la carne, donde
los cambios en las formas de producción, han sido
inducidos a partir de las necesidades de la industria
engordadora de bovinos en Estados Unidos.